Un paseo por Malaca, Mālaqa y Málaga

Malaca (237 a.C - 400)

Primera parada: Calle Alcazabilla  Piletas de garum, Teatro Romano y Centro de Interpretación.

La ciudad de Málaga ha sido hogar de gran cantidad de civilizaciones, y ya tras la conquista romana en el siglo III a.C. habían pasado por ella bastetanos, fenicios, griegos y cartagineses.
Los romanos le dieron el nombre de Malaca, procedente de su nombre fenicio original, Mlk, y esta pasó a formar parte de la provincia romana de Hispania Ulterior.

Vídeo de las diferentes zonas de la calle Alcazabilla.

Como otras ciudades surorientales de la península, Malaca no presentó una resistencia violenta ante los romanos, por lo que fue compensada con un foedus, que la convertiría en Ciudad Federada y la libraría de pagar el tributo anual. Este privilegio ayudó a florecer su consolidada economía tradicional, que era impulsada por la agricultura del interior y la industria conservera y de salazones de la costa. Desgraciadamente, esto la hizo blanco de gran cantidad de ataques y saqueos.

Con el nacimiento del Imperio en el año 27 a.C, César Augusto dividió a Hispania Ulterior, pasando Malaca a formar parte de la provincia Bética. Esto no afecta a la economía malacitana, de hecho, el garum fabricado en la ciudad gozaba de gran fama en la capital del Imperio. Esta salsa se fabricada en muchos lugares de la ciudad, y aún quedan restos de las piletas donde se cocinaba, como son los que podéis ver a través de la pirámide de cristal.

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Tras la creación del Imperio, la ciudad siguió creciendo. Bajo el mandato de César Augusto, se construyó el Teatro Romano, al que se dio uso durante cuatrocientos años. Otra gran obra de la época fue la ampliación del puerto de Málaga, durante el dominio de la dinastía Flavia. 

Aquí podemos ver el Teatro Romano. Es todo un logro que aún lo conservemos: no solo parte de sus columnas y piezas fueron usadas para construir la Alcazaba, sino que mucho más recientemente, en los años 60, ¡se construyó la Casa de la Cultura sobre él! Las ruinas se descubrieron durante la construcción de la casa, que no sería derrumbada hasta 1994. Tras más de veinte años de restauración, el teatro recuperó su uso original en 2011.

La Casa de la Cultura sobre el teatro.
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El teatro en la actualidad.
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En el año 74, el Emperador Vespasiano promulgó la Lex Flavia Malacitana, lo que hizo a Malaca pasar de ser una ciudad federada, a un municipio romano de pleno derecho en el Imperio. Las tablillas de las leyes fueron descubiertas en el siglo XIX, e iban a ser vendidas al peso para fundirlas, pero la noticia llegó a oídos de los marqueses de Casa-Loring, que iniciaron con esta pieza su propia colección arqueológica, expuesta en su museo, el desaparecido Loringiano. Actualmente las tablas se encuentran en el Ayuntamiento de Málaga, y aunque no se pueden visitar, se pueden leer copias de fragmentos en la paredes de este edifico construido en 2010, el Centro de Interpretación del Teatro Romano.

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Debido a la gran multiculturalidad de Malaca, la romanización e introducción del latín fue muy lenta, habiendo sido encontradas inscripciones fenicias que datan del siglo I d.C. También fue lenta la introducción del paganismo del primer periodo romano, que se hizo paso muy poco a poco a través de la variedad de creencias fenicias, semitas y sirias predominantes en la época. Más tarde, Málaga fue mencionada en el Concilio de Nicea debido a que la fe cristiana se hallaba muy presente en la zona, donde se habían producido levantamientos antirromanos por parte de hispanos que se oponían al paganismo.

Ya en plena decadencia romana, los pueblos germanos arrasaron las costas malacitanas, provocando la emigración de la mayoría de los nativos, y de esta manera, llegando a su fin la etapa romana de Málaga.


Mālaqa (743-1487) 

Segunda Parada: Calle Císter ► Jardín de los Naranjos.

Tras el paso y saqueo de la ciudad por parte de bárbaros, vándalos y visigodos, Málaga quedó arrasada. Tal era la destrucción que habían causado los bizantinos que, cuando los futuros nuevos habitantes de la ciudad llegaron a ella, situaron al principio la capital en Archidona. Estos invasores que comenzaron a venir durante el siglo VIII desde el norte de África, eran los árabes y beréberes. Tras la conquista, la ciudad tomó el nombre de Mālaqa y pasó a formar parte de la región musulmana de Al-Ándalus, dando comienzo a más de setecientos años de dominio islámico. 

Ahora mismo estamos en lo que solamente parece ser un pequeño jardín con naranjos junto a la catedral, pero en realidad se trata del sahn, el patio donde los fieles musulmanes se purificaban antes de entrar a la mezquita aljama, que era la más grande de Málaga y se encontraba donde está ahora la catedral.

Aún así, el sistema islámico tardó siglos en establecerse en la región. Hubo varios problemas, como las sublevaciones hispanogodas o el conflicto de Bobastro, un poblado cristiano al norte de Mālaqa dominado por un guerrillero que consiguió mantener la ciudad independiente durante más de 50 años, a pesar de los ataques cordobeses. El famoso emir Abd-al-Rahman III sería el encargado de someter a Bobastro, finalizando así la implantación del islam en toda Mālaqa, allá por el año 928. 

A partir de ese momento comenzó un periodo de paz para los malagueños, distribuidos en alquerías y ciudades dedicadas al comercio, el artesanado y la agricultura de regadío. La ciudad estaba amurallada y contaba con barrios igualmente amurallados. Junto a los muros, en el exterior, se encontraban las Juderías y los barrios de comerciantes genoveses. Gracias a este desarrollo pacífico, Mālaqa alcanzó una población de más de 20.000 habitantes, siendo una de las ciudades más pobladas de toda la península. 


Tras la disolución del Califato de Córdoba en varios reinos, se funda en 1026 la Taifa de Mālaqa, que primero fue gobernada por la Dinastía Hammudí y luego por las dinastías Zirí, Hassun y Zannun. A pesar de ser una época políticamente inestable y escenario de muchas guerras, la economía malagueña era envidiable: tenía muy buenas relaciones comerciales con el Magreb y su industria alfarera era conocida en todo el mediterráneo gracias a la famosa loza dorada malagueña.

Ataifor de la Nave, fabricado en la primera mitad del siglo XV.
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Tercera Parada: Calle Cortina del Muelle ► Restos de la muralla nazarí. 

Tras la muerte del emir Ibn Zannun en 1238, la taifa de Mālaqa desaparecería para quedar incorporada al Reino Nazarí de Granada. Durante esta época, se construyó una muralla con gran cantidad de puertas de acceso que hoy dan nombre a lugares y calles malagueñas, como los Jardines de Puerta Oscura o la Calle Puerta del Mar. 

Actualmente se conserva una de esas puertas nazaríes, que ahora es la portada del Mercado de Atarazanas, y también se pueden ver muchos restos de la muralla desperdigados por las calles y edificios de la ciudad. Cómo una gran parte está enterrada, cada vez que se realizan obras se encuentran nuevos fragmentos, como este que vemos aquí, que se ha encontrado hace poco durante las obras de peatonalización de la calle.

Nuevos restos encontrados en la Calle Cortina del Muelle.
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Puerta del Mercado de Atarazanas.
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Cuarta Parada: Paseo Don Juan Temboury ► Vistas de la Alcazaba.
Durante el último siglo de dominio musulmán sobre Mālaqa, se termina de construir el Alcázar de Gibralfaro y el palacio fortaleza de la Alcazaba, que podemos ver desde este paseo. En el Palacio de la Alcazaba vivía el cadí, que era un príncipe nazarí delegado del sultán que ejercía el papel de gobernante juez y aplicaba la sharia, la ley islámica. Los aposentos del príncipe se encontraban en la parte nazarí del palacio, y vivía junto a los ulemas, secretarios, y juristas, que le aconsejaban en sus decisiones.

Vídeo de los interiores y exteriores de la Alcazaba.

Quinta Parada: Calle San Agustín ► Judería.

La sociedad y la religión durante el reinado árabe estaban regidas por los alfaquíes, expertos en el fiqh o jurisprudencia islámica, que se encargaban de que la población se apegase al islam, aunque fuese más bien en el sentido del comportamiento social. Había también cristianos, conocidos como mozárabes, que eran perseguidos esporádicamente; y una considerable minoría judáica, que se cree, poseía un cementerio hebreo en la ladera del Gibralfaro.

Aquí podemos ver la pequeña Judería, que una vez estuvo tras las murallas de la ciudad. Actualmente se está recuperando y rehabilitando. Se ha restaurado un torreón mudéjar, donde ahora se encuentra el centro Ben Gabirol, llamado así en honor al poeta judío malagueño Ibn Gabirol.

Pasaje de la Judería.
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Tanto cristianos como judíos eran considerados dhimmis, por lo cual su presencia era tolerada siempre que pagaran ciertos impuestos y asumieran un papel social inferior, pero no eran los únicos no musulmanes de la ciudad: había además varias colonias de comerciantes extranjeros, en su mayoría genoveses, y también cautivos de diferentes credos que eran forzados a trabajar en las atarazanas, construyendo navíos para la guerra.

Málaga (1487-1800)

Sexta Parada: Plaza Alfonso XII ► Santuario de la Victoria.

La toma de Mālaqa fue un proceso muy largo y sangriento. Ocurrió en el año 1487, y se prolongó durante cuatro meses. Los reyes católicos dirigieron todos sus esfuerzos a la toma de la ciudad, ya que era una de las últimas batallas antes de la conquista definitiva del reino nazarí de Granada. Aún así, no fue fácil: Málaga estaba muy bien protegida, no solo por su muralla, sino por otras muchas más infraestructuras, además de contar con más de 15.000 soldados aliados. El rey Fernando salió de Córdoba con un ejército de unos 78.000 hombres, a quienes se unieron los artilleros. 

El monarca católico le dio la iniciativa al Duque de Cádiz, que durante varios días asedió Gibralfaro hasta abrir una pequeña grieta en un muro. Cuando creían que la toma estaba al caer, los malagueños contraatacaron con una incursión nocturna, que causó bajas a los cristianos, dejando heridos a algunos familiares directos del Duque. Esto desanimó a las tropas cristianas, por lo que el rey Fernando hizo venir a la reina Isabel para que animara a las tropas, aunque esta casi pierde la vida tras un atentado fallido planeado tras los muros.

Los cristianos decidieron atacar una torre que precedía un puente de acceso con una bombarda, aunque se les ocurrió una manera un tanto especial: situaron el cañón cargado de pólvora bajo el edificio, volando por los aires la propia bombarda. Tal fue el destrozo, que la moral de los musulmanes se vio fuertemente afectada. Debido al desabastecimiento y el terrible calor, las tropas malagueñas lanzaron una última ofensiva sobre el campamento cristiano, pero la ya evidente superioridad del ejército castellano quedó patente, y los malagueños fueron derrotados.
Tras esto, la ciudad capituló. Los cristianos entraron en la ciudad y el rey Fernando decidió aplicar un castigo excepcional: no concedió la capitulación honrosa a la mayoría de los 15.000 ciudadanos, sino que los convirtió en esclavos o los penó de muerte, con algunas pocas excepciones a mercaderes y traidores, a los que otorgó el estatus de mudéjares y dejó vivir en la morería.

Como pago a las tropas que conquistaron Málaga se les repartieron las tierras, que quedaron en manos de entre 5.000 y 6.000 cristianos de diferentes partes del centro y norte de la península. Unos mil se quedaron en la ciudad y fueron exentos de impuestos para reactivar la economía y prevenir la emigración. La ciudad fue cambiando con el paso de los años, adoptando una distribución más propia de las ciudades cristianas. 

Se comenzaron a levantar una gran cantidad de iglesias, parroquias y conventos, tanto dentro como fuera de los muros, extendiendo los limites de Málaga, que pasaría a ser una ciudad-convento. La población se agrupó alrededor de estas iglesias, formándose barrios que aún existen, como el de La Trinidad o el Perchel. 

Una de esas iglesias es en la que nos encontramos ahora: el Santuario de la Victoria. Se llama así porque justo en este lugar fue donde Fernando II instaló su campamento durante la toma. Se dice que fue visitado por unos monjes con un mensaje de Francisco de Paula, que presagiaba que la victoria llegaría en tres días, y así fue. El rey mandó construir la iglesia y entregó la imagen de la Virgen a la que había rezado en el oratorio del campamento pidiendo victoria.

Fachada de la Iglesia de la Victoria.
La iglesia actual no es la original, ya que esta fue derribada por su debilitada estructura, y la nueva fue inaugurada en 1700 tras la financiación de los Condes de Buenavista. Aquí se encuentra la cripta de ambos, en el que es uno de los monumentos barrocos menos conocidos de Málaga. Se trata de una torre de tres plantas que representa las etapas por las que pasa el alma al morir, según el catolicismo: la primera alberga la cripta, muy tétrica, y con cuatro columnas en el centro; la segunda es una capilla sencilla y luminosa, también con una columna en el medio; y la tercera es un repujado camarín con una escultura central, desde donde se ve el interior de la iglesia, simbolizando la llegada al cielo.

Cripta.
Capilla.
Escultura central del camarín.
Cúpula del camarín, representando 'el cielo'.
También se pueden ver detalladamente el panteón y el camarín en este vídeo:



Séptima Parada: Calle Agua ► Capilla Faro de la Victoria.

Hacemos una breve parada frente a este pequeño edificio, que se trata de una de las pocas capillas callejeras que quedan en Málaga, la popularmente conocida como Capilla de Calle Agua. Si bien el edificio en cuestión se inauguró en 1800, es un vestigio de la época de transición cristiana: es probable que este rincón fuera una musalla, es decir, un oratorio callejero islámico, propio de las ciudades hispanomusulmanas, que terminó convirtiéndose en este tipo de capilla popular en su época de construcción.

Octava Parada: Calle Deán García Mota ► Palacio de la Aduana.

Del siglo XVI al XVIII, la ciudad entró en una época de inestabilidad, principalmente por el levantamiento y expulsión de los moriscos, las epidemias e inundaciones del río Guadalmedina debido a la deforestación, las malas cosechas durante el siglo XVII, los terremotos, las explosiones de molinos de pólvora y las levas de soldados. Aún así, la población siguió aumentando, compuesta por una gran cantidad de caballeros hidalgos.

Málaga seguía manteniéndose gracias a su puerto: el vino y las pasas eran sus principales exportaciones, también la seda, por su influencia morisca, al igual que las vasijas vidriadas, mercancías que atraían a comerciantes de diversas nacionalidades, siendo especialmente prosperas las relaciones con Flandes, Inglaterra y Francia.

Se produjo en aguas malagueñas el mayor enfrentamiento naval de la Guerra de Sucesión: la batalla de Málaga. Tras la toma de Gibraltar, los ingleses recibieron un aviso en el que se decía que los franceses se dirigían hacia allá, con ayuda de los españoles. Los ingleses y holandeses decidieron encontrarse con ellos, y una vez encarados, intercambiaron varios disparos que dejaron miles de bajas a ambos bandos, aunque sin barcos hundidos o capturados. Un escuadrón inglés se quedó sin munición, así que abandonó. Ambas flotas mantuvieron las distancias, pero al día siguiente, los franceses ya no estaban. Los ingleses temieron que los hubieran sobrepasado durante la noche y hubiesen llegado a Gibraltar, aunque en realidad los franceses habían vuelto a su país, proclamando una gran victoria. Técnicamente, ganaron los franceses, y estratégicamente, los ingleses, pues la flota francesa no volvió a luchar contra ellos tras semejante carnicería.
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Durante el reinado de los Borbones, Málaga gozaría de un papel de gran importancia, tal y cómo lo había hecho en tiempos de los Austrias. Se instaló en la ciudad la Capitanía General de la Costa y Reino de Granada, poseyendo un papel de importancia en la política exterior y la esfera militar. Por esto, y por ser la nueva llave del estrecho tras la pérdida de Gibraltar, se dedicaron grandes recursos a su defensa: se fortificó el puerto, se construyeron torres en la costa y se desplegaron milicias. También se reforzó el muro portuario, construido en época de Austrias, del que aún se pueden ver grandes fragmentos, siendo los más destacados los que se encuentran en el interior del parking de la Plaza de la Marina.

Restos del muro en el parking de la Marina.
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Durante la segunda mitad del siglo XVIII, se solucionarían los antiquísimos problemas de abastecimiento de aguas con la culminación de uno de los proyectos arquitectónicos más importantes del siglo: el Acueducto de San Telmo. Esto, junto a otra ampliación del puerto, y el nuevo edificio de la Aduana, dotarían a la ciudad de una imagen ilustre. 

Estamos frente a ese Palacio de la Aduana, que en su tiempo era el lugar donde se atendía al tráfico del puerto. Este edificio nos ayuda a hacernos una idea de por dónde discurría la antigua línea de costa antes de que, a finales del siglo XIX, se ganase al mar el terreno donde ahora se encuentra el Parque de Málaga y el puerto.
Palacio de la Aduana.
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Novena Parada: Calle Molina Lario ► Catedral de la Encarnación.

Otra de las grandes construcciones de la época es esta en la que nos encontramos: la catedral de la Encarnación, uno de los grandes símbolos malagueños. Cómo mencioné antes, en este lugar se encontraba la mezquita aljama. Tras la conquista, el templo musulmán fue convertido en cristiano y, muy poco a poco, se fue construyendo la catedral.

En un principio, era de estilo gótico, aunque este fue evolucionando hacia el renacentista, con algunos añadidos barrocos durante el siglo XVIII. Su larga construcción estuvo repleta de problemas e interrupciones, hasta que se da por terminada en 1782, con la torre sur sin acabar, característica que se convertiría en su seña de identidad y le haría ganarse el apodo de 'la Manquita'. No se sabe el porqué del abandono de las obras de la torre, aunque una de las versiones más famosas es la que dice que el dinero destinado para su construcción fue enviado como ayuda a la independencia estadounidense. Otras fuentes sostienen que el dinero fue en realidad destinado a la reforma del Camino de Antequera.

El interior de la catedral es de gran belleza, con diversas esculturas y objetos de importante valor, siendo el más famoso la sillería del coro. La sillería del coro es conocida por su valor artístico y didáctico, debido a la gran cantidad de arquitectos, como Juan de Minjares, Diego de Vergara, Hernán Ruiz, Francisco de Mora o Pedro Díaz de Minjares, y escultores, como Luis Ortiz de Vargas, José Micael Alfaro y Pedro de Mena, que participaron en su construcción, finalizada en 1658.

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En esta imagen se pude apreciar muy bien la torre inacabada.
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Sillería del coro.
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Vídeo de los exteriores e interiores de la catedral.


Vídeo de las esculturas del coro.

Aún con una sola torre, la finalización de la catedral malagueña simbolizó su consagración definitiva como ciudad cristiana. Si bien los campesinos y clases populares formaban la mayoría  de su población, ya se estaba comenzando a gestar parte de la burguesía que estaría detrás del importante auge económico que la ciudad experimentaría en la segunda mitad del siglo XIX. Aunque antes de eso, llegarían tiempos duros, pero esa es una Málaga diferente por la que pasear algún otro día.


DATOS DEL RECORRIDO

  • Duración total: 1h 30 min.
  • Ruta (se puede hacer click en cada parada para tener más información):